El psicoanálisis y la sociedad contemporánea

Este es un espacio de discusión abierto para todos aquellos que deseen reflexionar sobre los avatares de la sociedad contemporánea y sus incidencias en la subjetividad.

Lacan, tanto como Freud, incitaban a los psicoanalistas a conocer el espíritu de su tiempo, y a tratar de articular las incidencias que éste tenía en la particularidad del sujeto.

Las instituciones como la cárcel, la toxicomanía, la bulimia, la anorexia, son expresiones de la inserción (o la desinserción) del sujeto en tiempos de un Otro que no existe. Son estos los temas que nos atañen a los psicoanalistas que asistimos en nuestros consultorios, a discursos no brujulados por el padre y a los anudamientos lábiles signados por las "identificaciones no estardar".

Si los psicoanalistas formamos una ASOCIACIÓN DE LUCHA CONTRA LAS IDENTIFICACIONES QUE APLASTAN AL SUJETO, según los dichos de Eric Laurent, es necesario que tal asociación esté a la altura de su tiempo.

domingo, 16 de mayo de 2010

Este es un espacio de discusión abierto para todos aquellos que deseen reflexionar sobre los avatares de la sociedad contemporánea y sus incidencias en la subjetividad.

Las instituciones como la cárcel, la toxicomanía, la bulimia, la anorexia, son expresiones de la inserción (o la desinserción) del sujeto en tiempos de un Otro que no existe. Son estos los temas que nos atañen a los psicoanalistas que asistimos en nuestros consultorios, a discursos no brujulados por el padre y a los anudamientos lábiles signados por las "identificaciones no estardar".

Si los psicoanalistas formamos una ASOCIACIÓN DE LUCHA CONTRA LAS IDENTIFICACIONES QUE APLASTAN AL SUJETO, según los dichos de Eric Laurent, es necesario que tal asociación esté a la altura de su tiempo.

“Yo sé que bardié” Algunas consideraciones sobre el asentimiento subjetivo


…”De ningún modo se debe abordar frontalmente la culpabilidad,

salvo transformándola en diversas formas metabólicas”

Lacan, Jacques.Seminario IV, La relación de objeto, p 281

Hace unos meses, tuvo repercusión en la prensa la decisión de una jueza de trasladar a Fabián Tablado (condenado a prisión por matar a su novia de 113 puñaladas) a un régimen semiabierto. Ante la reacción de los familiares de la víctima sobre esta medida, la jueza y un conocido psiquiatra respondieron que la conducta de Tablado (y podríamos decir su posición) no había cambiado porque no había recibido en la cárcel un tratamiento psicológico y ordenó que lo recibiera.

Este no es, a mi entender, un detalle menor ya que para esta jueza, el encierro constituye en este caso una condición necesaria pero no suficiente. Quizás por primera vez, en doscientos años del sistema penal, la cárcel no basta.

A partir de este caso, cabría preguntarse cuál es el lugar de un psicoanalista en la cárcel, como dice Lacan en su texto sobre las funciones del psicoanálisis en criminología: “No tanto para exponer nuestra contribución al estudio de la delincuencia como para formular sus límites legítimos, y claro está para propagar la letra de nuestra doctrina sin preocupación metódica, sino para repensarla, como se nos ha encomendado hacerlo si descanso, en función de un nuevo objeto”.

¿A qué apuntaría un tratamiento psicoanalítico que se desarrolla en el interior de los muros de un penal con personas que han cometido un delito?.

En primer lugar, la clínica en la cárcel apuntaría al sujeto, con sus características particulares del psicoanálisis en una institución, es la misma clínica que hacemos en el consultorio Pero, allí esta el delito, la trasgresión a la ley, la segregación social, la droga, la violencia.

Entonces creo necesario pensar el concepto de Asentimiento subjetivo en relación con la habilitación de un lugar para ese sujeto en los hechos que lo llevaron detenido. Se trata pues de reconocer el lugar que ocupa la subjetividad en el acto delictivo, ya que es de suma importancia que quien incurre en una falta no solo sea sancionado por ella sino que pueda dar un significado a esa sanción, significación que le permita dimensionar su implicación en aquello de lo que es acusado.

La ausencia de reconocimiento y significación de la sanción penal lleva a redoblar la tendencia al acto criminal y delictivo.

Lacan, en su artículo “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología”[1] establece un mismo estatuto para la responsabilidad y el castigo. ¿Podríamos entonces pensar que bastaría con la pena? NO lo creo, el escaso número de juicios orales, las condiciones de detención y la sobrecarga de la justicia configuran para las personas detenidas un Otro consistente, gozador y sordo.

No es por este Otro por el que puede hacerse el pasaje para llegar a la responsabilidad. ¿Y entonces?

Los pacientes llegan al consultorio alienados al discurso del Otro. Dicen lo que creen que el otro quiere escuchar: “yo me equivoqué”, “ya aprendí”, “hice las cosas mal”. Significantes que no los representan y que dicen para darle a la analista lo que ellos imaginan que ésta quiere escuchar.

Piden venir y vienen, algunos de ellos lo hacen para “hacer la plancha”, “a flotar”, a conseguir un informe favorable. Les digo que yo no hago informes, que desde el punto de vista legal, el espacio no perjudica, pero tampoco ayuda y les aseguro el secreto profesional. Por lo demás, no tomo notas, enuncio la regla fundamental y escucho…

Es necesario, en primera instancia habilitar en ellos la queja, y esto no es fácil. La necesaria barradura del Otro no es sin angustia porque, se sabe, remite a la propia. En segunda instancia, acotar el goce superyoico y alojar. Reemplazar en un primer momento el ¿qué hiciste? (pregunta que sería pertinente si el acto delictivo fuera un acto en el sentido estricto del término) por el ¿qué te pasó? es un paso imprescindible para darles la palabra y que puedan encontrarse en los hechos.

Apuntar a que el paciente pueda hacerse una historia es la dirección. Que la novela que es su vida y que preexiste al tratamiento, encuentre su autor, es el objetivo.

Hacer de cada anécdota inconexa una historia en la mayoría de los casos pacifica, tranquiliza, da continuidad a algo que no lo tenía y es allí donde se habilita la posibilidad de hablar sobre lo que los trajo detenidos.

Es necesario también saber desde el comienzo, que en la clínica de las impulsiones, es el analista el que trabaja a la par o mas que ese sujeto, quien en un principio esta muy lejos de ser un analizante. Trabajará hasta que un significante se recorte entre sus dichos y el engranaje simbólico comience a andar.

Hay un primer efecto de este trabajo: la vergüenza, señal de que hay allí un pasaje por el Otro.

Es allí donde podemos esperar, a mi entender, lo que Lacan llamaba el Asentimiento subjetivo. Ese relato, repetido mil veces en la concatenación sociológica toxicomanía- delito- prisión, encuentra su particularidad en el consultorio. Cada uno de ellos es diferente, en cada uno, el delito tiene un

lugar particular en la estructura, no hay dos iguales. Si se escucha, no hay dos parecidos.

Entonces, volvamos a la pregunta: ¿qué será lo que Lacan llama el Asentimiento subjetivo?:desde la perspectiva freudiana, la responsabilidad supone la asunción de parte del sujeto no solo del deseo que lo habita sino también de los actos que, sabiéndolo o no, se derivan de él o produce efectos al causarlos.

En palabras de Lacan: “Ni el crimen ni el criminal son objetos que se puedan concebir fuera de su referencia sociológica”. Porque: “no hay sociedad que no contenga una ley positiva, así sea esta tradicional o escrita, de costumbre o de derecho. Tampoco hay una en la que no aparezcan dentro del grupo todos los grados de trasgresión que definen al crimen. Toda sociedad, en fin, manifiesta la relación entre el crimen y la ley a través de castigos, cuya realización, sea cual fueren sus modos, exige un asentimiento subjetivo”.[2]

El orden del “asentimiento subjetivo” supone la posibilidad de encontrar un lugar responsable en el acto criminal.

Esto implica el paso lógico necesario no solo para otorgar significación al castigo o a la pena que le corresponde al sujeto según la ley jurídica sino también de unir a esa significación los alcances del acto mismo.

Por lo tanto, solo hay sujetos responsables cuando los aparatos normativos y sociales le permiten a cada sujeto autor de un acto delictivo anudar la secuencia responsabilidad- culpabilidad- castigo mediante un asentimiento subjetivo.

Es decir que se le dé la posibilidad, a cada autor de un acto delictivo, de asumir su lugar de sujeto en los actos que causa y que pueda responder por los mismos.

Creo leer en estas palabras, el pronunciamiento del sujeto en relación al Otro, su posicionamiento. El sujeto se hace dueño de su destino, decide, que no es ni más ni menos lo que Lacan llamaba la “aptitud para el acto”.

Este fundamental asentimiento evita a mi entender la infinita retaliación individuo- sociedad, sociedad- individuo. Devuelve el utilitarismo de las penas a su lugar y le da al sujeto la posibilidad de poder pronunciarse.

Este pronunciamiento entonces toma la forma de: “yo sé que bardié”, forma de decir con sus propios significantes que trasgredió las normas del conjunto social pero que además, en la mayoría de los casos, se trasgredió a sí mismo dejándose afuera del orden fálico vía las drogas, el alcoholismo y las impulsiones.

En estos casos, puedo decir que más que nunca, la abstinencia es necesaria, los ideales deben quedar afuera del consultorio y es el paciente, vía el trabajo analítico el que encuentra su propia respuesta al final. El punto fundamental es, en ese sentido, la posibilidad de elección, como dije, la aptitud para el acto. Y, en mi experiencia en las instituciones carcelarias, nadie elige delinquir, pero sí puede hacerse responsable de ello


[1] Lacan Jacques, “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología”, 1.950

[2] Ibid.